Bulma es una chica de 16 años que ha dejado la escuela para emprender una aventura: viaja a lo largo y ancho del mundo en busca de las Dragon Ball, siete bolas que según la leyenda, al ser todas reunidas es convocado un dragón que cumplirá cualquier deseo a aquella persona que las haya reunido. Para encontrarlas (pues están desperdigadas por todo el mundo), ha diseñado un aparato que detecta la presencia de tan ansiados objetos, el Dragón Radar.
En medio de uno de sus viajes, se tropieza con Son Gokuh, un niño bajito, con una fuerza monstruosa, cola de mono y que tiene en su poder una de las bolas: la de cuatro estrellas. Como Bulma codicia la bola de Gokuh, decide aceptarlo como un guardaespaldas, aprovechando de paso la fuerza del crío para defenderse. Tienen algunos problemas; Gokuh es totalmente salvaje y con cada artilugio mínimamente moderno se asusta y se pone en guardia, acusando en más de una ocasión a la pobre Bulma de bruja. En el primer campamento, Gokuh se levanta temprano para estirar las piernas y hacer ejercicio. Se dedica a romper rocas, y repentinamente una de ellas resulta ser una tortuga perdida. Gokuh decide ayudarla y conducirla hasta el mar, y el animal, agradecido, les trae a su amo: Mutenroshi. El anciano resulta tener una de las Dragon Ball colgada del cuello, y para desprenderse de ella, pide a Bulma que le enseñe las bragas (pero al viejo verde casi se le salen los sesos por la nariz al ver que la atractiva jovencita no lleva ropa interior -por supuesto Bulma no lo sabe-), y ella accede consiguiendo así la Dragon Ball. El regalo de agradecimiento para Gokuh resulta ser una nube mágica, la nube Kinton, a la que sólo pueden subir aquellos que son puros de corazón. En un alarde de pureza corazonil, Mutenroshi trata de subir, pero cae irremediablemente dándose un coscorrón. Gokuh no tiene ningún problema y se sube tan tranquilo.
Ya encaminándose de nuevo en su aventura, Gokuh y Bulma llegan a un pueblo que está aterrado por el terrible poder de Woolong. La singular pareja accede a ayudarles, y cuando todo acaba, descubren que el terrible brujo resulta ser un cerdo de menos de metro y medio de alto (1,20 m para ser exactos... ) que puede cambiar de aspecto. Bulma decide que Woolong puede ser útil y se lo llevan. Tras ayudar a aquella pobre gente, se internan en un desierto para dar caza a la siguiente bola. Pero la ruta que cogen está dominada por Yamcha y Pooal. Ellos son dos asaltantes de caminos que deciden atracar Gokuh y compañía. Tratan de robarles los objetos de valor mientras Bulma está dormida, teniéndoselas que ver con Gokuh y Woolong. El primero resulta estar demasiado hambriento y apenas puede luchar contra el formidable Yamcha, pero Bulma despierta y la debilidad de Yamcha hace aparición: no se tiene en pie cuando ve a una chica. El bandido huye junto con su amigo Pooal, pero no se rinde. El segundo intento es mucho más útil que el primero, y Pooal con su habilidad de transformación, droga a los tres amigos para que Yamcha pueda robar las bolas de dragón (desea curar el mal que tiene con el sexo femenino). No da con las bolas adecuadas (casi se cae cuando descubre que los cuerpos redondos que estaba tocando eran los pechos de la muchacha), y deciden seguirlos para que encuentren todas las bolas y arrebatárselas cuando las tengan todas.
La siguiente está en manos de un gigante que les pega un buen susto, pero que resultaba ser un amigo del abuelo difunto de Gokuh y ex alumno de Mutenroshi. Gyumaoh (pues así se llama el gigante amistoso), ha enviado a su hija Chichi en busca de su viejo maestro para que éste apague las llamas incesantes de su montaña. Gokuh se va en busca de la jovencita, en cuanto la encuentra, van a casa de Mutenroshi para que les deje su abanico de hojas de palmera (era el único objeto capaz de apagar el incendio). En cuanto regresan, utilizan el abanico con esperanzas, pero no funciona. En vista de aquello, Mutenroshi se ve obligado a emplear la técnica secreta de su escuela de artes marciales: el Kame hame ha. Hace una espectacular bola de energía que logra milagrosamente apagar el fuego... Pero se carga la montaña y el castillo de paso . Se ponen a buscar la bola, y en cuanto la encuentran, Gokuh se pone a prueba tratando de imitar la misma técnica que el anciano. Y para sorpresa y desgracia temporal de Bulma, lo consigue, destrozando el coche que habían usado hasta el momento para desplazarse. Pero no todo está perdido, porque Gyumaoh les presta el suyo (para gran alegría de Bulma), y continúan su viaje seguido desde cerca por Yamcha y Pooal.
Su búsqueda se interrumpe al tener que enfrentarse a Toninjinka, un peligroso adversario que con solo tocar a su oponente lo transforma en zanahoria... Y Bulma fue su víctima. Gokuh le da una reprimenda a Toninjinka y sus secuaces con ayuda de Yamcha y Bulma recuperan su estado normal. Cuando emprenden de nuevo el viaje a por la última Dragon Ball, les roban la mochila, y Yamcha, haciendo como que pasaba por allí, se ofrece a ayudarles llevándoles. Ignoran que se dirigen a la guarida de Pilaf, que ha estado poniendo todos los obstáculos posibles para conseguir las Dragon Ball.
Se internan en el castillo del villano azul, y tras pasarlas canutas salvando una serie de trampas, acaban encerrados en una sala, donde los reduce con un gas somnífero y les arrebata la última Dragon Ball que le faltaba. Pilaf los encierra en otra sala con techo de cristal para que mueran abrasados al amanecer, mientras él trata de invocar al Dragón Shenron. Están desesperados, y Gokuh les habla del hombre lobo, que es una persona que se convierte en monstruo al mirar a la luna llena. Como si aquello fuera un presagio, Gokuh posa sus ojos en la luna llena que brillaba aquella noche sobre sus cabezas a través del techo de cristal y se convierte irreversiblemente en Ohzaru. La sala es incapaz de contener semejante bestia y el monstruo destroza la prisión. Woolong, para impedir a Pilaf que logre su propósito, formula él antes un deseo: unas braguitas. El Dragón lo concede enseguida, y tras esto, las bolas salen disparadas en todas direcciones. Mientras esto sucede, Gokuh destroza todo lo que encuentra a su paso. A Yamcha se le ocurre la brillante idea de que tal vez, si le cortaban la cola dejaría de intentar aplastarlos. Y por supuesto, funciona. Haciendo así que Gokuh volviera a ser coma antes pero sin su apéndice simiesco.
Bulma y Yamcha están muy entristecidos, puesto que han perdido su oportunidad de pedir un deseo al dragón sagrado... Deciden regresar todos junto a la casa de Bulma, en la ciudad, excepto Son Gokuh, que acepta encantado la oferta de ser el alumno del legendario maestro Mutenroshi.
Ya en la isla de ridículas dimensiones del maestro Mutenroshi, Gokuh conoce a un calvo bajito llamado Krilín que dice venir desde muy lejos para ser discípulo del viejo maestro. Para ser admitidos en la escuela, ambos tendrán que superar un "dura" prueba: deberán traerle una chica guapa. Tras varios intentos fallidos, acaban trayendo a la Kame House a la mujer más extraña del planeta Tierra: Lunch, que cada vez que estornuda pasa de ser una chica dulce y modosita a ser una rubia explosiva con muy malas pulgas y muy irascible. A pesar de la peculiaridad de Lunch, se acepta el "ofrecimiento", y se trasladan a una isla de mayor tamaño para comenzar con el duro entrenamiento que les espera. Comenzaron repartiendo leche, teniendo que superar una serie de obstáculos (un recorrido muy retorcido con algún que otro peligro), practicaron natación teniendo que competir con cocodrilos, ayudar a preparar la tierra para la cosecha... Con las manos. Superaron mil y una calamidades.
Aquel método funcionaba, pues se encontraban mucha más fuertes y ágiles que al principio. Luego, para endurecer más el entrenamiento, les colgó a la espalda un caparazón de tortuga a cada uno de unos 30 Kg de peso. Con él tendrían que hacer todo lo que habían estado haciendo durante aquel período de tiempo, prometiéndoles como recompensa, participar el Torneo de Artes Marciales, donde competían los mejores luchadores del mundo. Posiblemente si no tuvieran aquella meta, no lo habrían conseguido con tanto brío.
Cuando todo aquello se dio por finalizado, Gokuh, Krilín y Mutenroshi se trasladaron a la sede del campeonato, donde Gokuh se encontró con viejos conocidos: Bulma, Yamcha, Woolong y Pooal.
Las eliminatorias fueron pan comido para los dos discípulos de Muteroshi y pasaron a octavos de final. En la primera ronda, Yamcha fue vencido por Jackie Chun, un luchador excepcional, con un parecido extraordinario con Mutenroshi (pero este tenía pelo...). Krilín se enfrentó a un gigante apestoso llamado Bacterian, que con su hedor trataba de vencer al alumno de la escuela Kame, pero su intento fue fallido, pues Krilín carece de nariz y pudo vencerlo con facilidad. Luego, otro luchador digno de mención fue Nam, un monje indio que participaba para comprar agua para su pueblo con en dinero del premio. Éste luchó contra Lam Fan, una chica que utilizaba su atractivo femenino para dejar a sus rivales acampanados y poder vencerles con facilidad. Aunque con ciertas dificultades, Nam logró vencer a Lam Fan. El siguiente fue Gokuh contra un monstruo reptiliano llamado Giran, pero éste se estremecía al ver a su monstruoso oponente (el dinosaurio era el que tenía miedo de Gokuh por tener aquella cola peluda que le había vuelto a crecer).
Finalizados los octavos, la siguiente ronda tuvo mucha expectación. El primer enfrentamiento fue entre Krilín y Jackie Chun, y como el anciano pudo vencer sin problemas al joven calvito, las sospechas de Yamcha de que Jackie Chun era Mutenroshi se hicieron mucho más grandes. El siguiente fue entre Goku y Nam. El combate estuvo muy equilibrado, pero finalmente fue Goku el vencedor. Nam ya estaba muy entristecido, puesto que no podría llevar el agua a sus semejantes, cuando Jackie Chun le regaló una cápsula que podría llenar con agua (MUCHA agua) en un pozo cercano para que la llevase a su pueblo.
La final fue emocionante. El combate se realizó entre unos magníficos luchadores. Juckie Chun utilizaba la técnica del borracho y Goku la del mono... Ya era tarde, y el combate se estaba prolongando, de manera que la luna salió y Goku, por supuesto, la miró. La reacción fue inmediata, y Goku se transformó en Ohzaru justo cuando estaba a punto de perder. Jackie Chun o Maestro Roshi (porque sí era él disfrazado), se dio cuenta de que la transformación de Goku se había producido a causa de la luna, así que cortó por lo sano y volatilizó la luna (en esta acción debemos darnos cuenta de que el pobre conejo Toninjinka y sus secuaces perecieron allí arriba, pues Goku los envió a la luna aquella vez que se los habían encontrado). Solucionado el enigma, la batalla continuó, pero las reservas de energía se agotaron y ambos contendientes quedaron agotados, aunque solo Jackie Chun era capaz de mantenerse en pie, por lo tanto quedó vencedor.
Para celebrarlo, Mutenroshi les invitó a cenar. Sus alumnos habían demostrado haber aprendido bien muchas de las cosas que él les enseñó y tenían un gran potencial. En la cena, Goku acabó con todas las existencias del restaurante (su hambre era atroz) y con el dinero del premio de su maestro, pues aquello resultó bastante caro.
Cuando todo hubo terminado, Goku decidió seguir con su entrenamiento buscando la bola de cuatro estrellas que había pertenecido a su abuelo y se despidió de sus amigos. Krilín seguiría con el maestro Mutenroshi. |